The viera vidente Diaries

En el Himno primero, la Noche se internaliza en el poeta y establece un canal que permite la aproximación de Novalis a la Totalidad. En el segundo, la Noche se carga de profundos contenidos y el amor se revela como energía; los ojos infinitos del sueño se abren sobre la eternidad.

Todo vive, todo se agita, todo se corresponde; los rayos magnéticos emanados de mí mismo o de otros, atraviesan sin obstáculo la cadena infinita de las cosas creadas: es una purple que cubre el mundo y cuyos hilos se comunican con los planetas y las estrellas.

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Rilke advirtió que las pasiones pasan a enorme distancia de nuestra vida profunda. “No es en el umbral de las pasiones –había escrito Maeterlinck– donde se encuentran las leyes puras de nuestro ser. Llega un momento en que los fenómenos de la conciencia­ habitual, que podría llamarse la conciencia private o la conciencia de las relaciones de primer grado no nos aprovechan ni llegan a nuestra vida”.

El mundo es uno y ambas visiones, la ocultista y la científica, existen sin contradecirse. No es necesario oponerlas pues se yuxtaponen normalmente sin destruirse. Son dos aspectos distintos de un mundo único y multiforme que “posee un aspecto científico y otro ocultista”, pues desde cierto punto de vista “todos los objetos están sometidos a la ley de las correspondencias y a las leyes científicas”.

Shelley, en su famosa Protection of Poetry, escribió que “la poesía es verdaderamente algo divino, es a la par el centro y la circunferencia del conocimiento, lo que comprende toda ciencia y a lo que toda ciencia debe ser referida”. Nos permite habitar un mundo, ante el cual, “este mundo que conocemos es un caos”, y al arrancar de nuestra vista inside la película de los hábitos que nos ocultan las maravillas del ser, “recrea de nuevo el universo, aniquilado en nuestros espíritus por la repetición de impresiones”.

Su relación con las doctrinas esotéricas es tan evidente, que no se descarta la posibilidad de que hubiese sido realmente un “iniciado”. Generalmente este interrogante se considera resuelto en forma negativa, pero, de todos modos, evidencia el avance de los conocimientos nervalianos en el terreno del ocultismo. “Más que un iniciado estrechamente unido a una doctrina –escriben Amadou y Kanters– Nerval es en el ocultismo un apasionado autodidacta. Inquieto por todos los misterios, él ha ensayado ver en todas la fuentes de la tradición, en las fuentes pitagóricas y neoplatónicas, alquimistas y cabalistas”.11

Apresado por el temor se esfuerza en olvidar, se propone respuestas y acude a los razonamientos, pero ese senti-miento obsesionante ya se ha instalado en él y comienza a crecer la contingencia.

El ángel de las Elegías es ese ser que garantiza el reconocimiento en lo Invisible de un grado superior de la realidad. Por ello es “terrible” para nosotros, suspendidos aún en lo obvious.9

La oposición sólo corresponde a la esfera de lo finito y lo conocido. Por eso aspiran a captar la superrealidad, accediendo a cierto punto del espíritu donde los opuestos dejan de ser percibidos contradictoriamente, “un punto fosforoso donde viera vidente toda la realidad se recupera, pero cambiada, transformada”.8

Resulta así pesado imaginarse que la literatura y el arte hayan vivido y vivan aún a expensas de las concepciones de esos hipotéticos salvajes, que vinieron marchando por las encrucijadas de la prehistoria científica, apenas ascendidos a hombres por sus propios medios.8

       Es posible pensar durante mil años; es posible escribir bibliotecas completas, crear montones de teorías y hacerlo todo sumido en el más profundo de los sueños y sin posibilidad alguna de despertar.

Baudelaire sostiene que la plegaria es el depósito de la fuerza. “En la plegaria –dice– hay una operación mágica. La plegaria es una de las grandes fuerzas de la dinámica intelectual”. Cuando es realmente intensa puede provocar una especie de transformación psychological y orgánica. Parece ser una tensión del espíritu hacia el substractum inmaterial del mundo y a veces “se convierte en una serena contemplación del principio inmanente y trascendente de todas las cosas”.21

Esta pasividad de Sénancour lo aleja de Nodier, cuyo paisaje espiritual, aunque registra afinidades y coincidencias notables, rechaza la nolición y las incertidumbres de Obermann y busca en los sueños la materia para modelar un cosmos acorde con sus dramáticos reclamos.

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